07 noviembre 2006

Casas Culturales



Hoy tuve algo así como una revelación. Fui a mi clase de tango con el Ave, y llegamos para toparnos con que no iba a haber clases porque iban a tocar música barroca. El lugar donde vamos a clases de tango el la casa cultural del barrio de San Miguelito, y además de tango dan clases de pintura, dibujo, violín y no se que más la verdad. Pero de vez en vez hacen un eventillo cultural. Exponen los cuadros de los alumnos de los cursos, o invitan a algunos músicos a tocar frente a unas 20 o 30 personas (que es todo lo que cabe en el lugar… es algo estrecho).


Mientras mirábamos y oíamos a unos infantes tocar música barroca (un niño de 6 años que tocaba el piano y una de 11 que tocaba el violín) se me erizaba lentamente la piel. Digo, la música clásica a veces tiene es efecto… pero aparte del prodigio impresionante de ver personitas tan pequeñas haciendo algo tan sofisticado y complejo, lentamente comprendía la importancia que tienen las manifestaciones culturales en la vida, y el peso oculto que tienen los momentos de relajo y distracción de la rutina diaria de cada persona.

Porque la verdad es que la rutina con el paso del tiempo agobia y achata y te arrebata de las ganas de disfrutar el momento, porque siempre estas con un pie en el ahora y otro en el mas rato. Pero si en la rutina incluyes una actividad que es absolutamente ajena a lo que haces, como pintura, o danza, o alguna arte marcial, o correr… no se… algo que te llame y te relaje… le da un sabor especial a la semana. Ayuda a relajarse, a desconectarse del trabajo o del estudio y te permite compartir con amigos, o conocer amigos nuevos. Porque las amistades se construyen y se mantienen cuando se tiene un proyecto común, ya sea juntarse los jueves por la tarde a jugar canasta, o ir un par de veces a la semana a bailar tango.

Y como la vida es agitada y el tiempo es desgraciado y no deja de correr, para poder mantener las amistades que uno quiere debería programarse una excusa con ellas. Las rutinas fuera de la rutina, donde puedes compartir de tu vida, levantarse mutuamente el ánimo, aprender cosas nuevas y a la larga vivir más en paz con el mundo.
¡¡Y que me digan que eso no es hacer cultura!!

Por eso las casas culturales son de tanta importancia. Aunque no tengan mucho financiamiento o sean chiquitos y roñosos, se les filtre la lluvia y estén las secretarias por “amor al arte”… dan el espacio y la excusa para que uno huya de los deberes y se distraiga con una inesperada tocata de música barroca.

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